2. Dios sale al encuentro de los hombres
Estas preguntas y muchas otras más nos inquietan y buscamos una respuesta definitiva. Queremos salir adelante y -solos- nos encontramos impotentes.
Pero Dios sale al encuentro de los hombres, no los deja solos. De esto nosotros somos testigos. Los cristianos sabemos que Dios dialoga con los hombres. Se da a conocer a sí mismo, los invita a compartir su propia vida y responde a los grandes interrogantes de nuestra vida. Él quiere establecer en el mundo su Reino de Verdad, de Justicia y de Amor. La PALABRA DE DIOS es luz para los hombres, que nos saca de las tinieblas y nos llama a vivir una vida nueva.
Dios nos habla por medio de hechos y de palabras. Nos habla por la naturaleza y por la voz de nuestra conciencia. El está presente en todos los acontecimientos de la vida, habla al corazón de todo el que quiere escucharlo y reclama una respuesta.
Pero Dios se nos revela de una manera totalmente nueva y gratuita. Antiguamente habló al Pueblo de Israel, su Pueblo elegido, por medio de los Profetas. Hizo maravillas en su favor y le mostró su voluntad.
Después nos habló por la vida y las enseñanzas de su Hijo Jesucristo. El es la Palabra de Dios que se hizo hombre e ilumina para siempre la marcha de la humanidad.
Lo que Dios reveló a su Pueblo Israel por medio de los Profetas y de su Hijo Jesús, está escrito en la Biblia. Este es el libro de la Palabra de Dios.
Hoy Dios nos habla por la Iglesia. Ella presenta la luz de Cristo para comprender al mundo en que vivimos y ofrece la vida nueva que Dios nos da.
Los cristianos no podemos dejar de dar testimonio de la Palabra de Dios que hemos escuchado. Porque Dios quiere salir al encuentro de los hombres por nuestro testimonio.
Porque la Vida se hizo visible,
y nosotros la vimos y somos testigos;
y les anunciamos la Vida Eterna,
que existía junto al Padre
y que se nos ha manifestado.
Lo que hemos visto y oído,
se lo anunciamos también a ustedes,
para que vivan en comunión con nosotros.
Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo, Jesucristo.
Primera Carta de Juan 1, 2-3
Podemos conocer a Dios por el mundo que nos rodea y que El ha creado. También por su voz que resuena en nuestro corazón. Pero sobre todo, porque El mismo se nos ha revelado por su Hijo Jesucristo.
Leamos en la Biblia:
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David. salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales, y lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores que cuidaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria de Dios los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo:
No teman, porque les anuncio un gran gozo para ustedes y para todo el Pueblo: hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador que es el Mesías, el Señor Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra, paz a los hombres amados por El!
Cuando los ángeles se alejaron, los pastores se decían mutuamente: «Vayamos a Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha anunciado». Fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron la que habían oído decir sobre este niño, y todos los que escucharon quedaron admirados de lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que hablan visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido”