16. Jesús nos conduce por el camino de la vida
Por la fe y los sacramentos Dios nos hace hombres nuevos y nos pone en el camino de la vida.
Por la fe y los sacramentos Dios nos hace hombres nuevos y nos pone en el camino de la vida. Porque hay dos caminos: uno de la vida y otro de la muerte. El camino de la vida está escrito en el corazón de todos los hombres y Dios lo mostró claramente al Pueblo de Israel cuando hizo con ellos la Alianza.
“Ustedes han visto cómo traté a Egipto, y cómo los traje hasta mi. Ahora, si escuchan mi voz y guardan mi Alianza serán mi propiedad entre todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece; serán una nación que me está consagrada”.
Entonces Dios pronunció estas palabras:
“Amarás a tu Dios sobre todos las cosas.
No tomarás el nombre de Dios en vano.
Santificarás las fiestas.
Honrarás a tu padre y a tu madre.
No matarás.
No fornicarás.
No robarás.
No levantarás falso testimonio ni mentirás.
No desearás la mujer de tu prójimo.
No codiciarás los bienes ajenos”.
(Libro del Exodo 19, 4-6; 20, 1-17).
Estos son los Mandamientos de la Ley de Dios.
En Jesús nosotros hemos conocido el amor de Dios por todos los hombres. El nos hizo hijos suyos y nos libró del pecado que lleva a la muerte. Jesús estableció la Nueva Alianza y llevó la Ley de Dios a su perfección
Jesús resumió así toda la Ley:
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Evangelio de Mateo 22, 37-38
Este es el camino de la vida porque el amor es la plenitud de la Ley. El camino de la muerte, en cambio, es el del egoísta que se aparta de Dios, se aleja de sus semejantes y piensa sólo en sí mismo. Este es el más fácil, por eso dice Jesús:
“Entren por la puerta estrecha, porque el camino que lleva a la perdición es ancho y espacioso, y son muchos los que lo siguen. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran”.
Evangelio de Mateo 7, 13-14
La moral cristiana consiste en imitar a Jesús. Porque El nos dejó su ejemplo para que sigamos sus huellas y el Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra debilidad. Así, el camino de la vida se hace llevadero y lo recorremos con el corazón alegre.
Para ayudamos a cumplir la Ley de Dios, la Iglesia estableció algunos preceptos. Los principales preceptos son estos: Para santificar las fiestas la Iglesia nos manda participar de la Misa dominical. Para cumplir la voluntad de Cristo, que confesemos y comulguemos al menos por Pascua. Para hacer penitencia, que vivamos intensamente el tiempo de Cuaresma. Para mostrar que somos hermanos, que ofrezcamos nuestra ayuda material para sostener el culto y socorrer a los necesitados.
El que ama a Dios cumple sus mandamientos. El que ama a su hermano vive en la luz. Porque no es el que dice: “Señor, Señor, quien entrara en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre Celestial”
Evangelio de Mateo 7, 21
Leamos en la Biblia
Jesús y la Ley
No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
El homicidio
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, será condenado por el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, será condenado por el tribunal. Y todo aquel que lo insulta, será castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, será condenado a la Gehena de fuego. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
El adulterio
Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
El divorcio
También se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio. Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.
El juramento
Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor. Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.
La ley del talión
Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.
El amor a los enemigos
Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir su sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
Evangelio de Mateo 5, 17-48
Jesús, la verdadera vid
Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.
Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto;
al que da fruto, lo poda para que dé más todavía.
Ustedes ya están limpios
por la palabra que yo les anuncié.
Permanezcan en mí,
como yo permanezco en ustedes.
Así como el sarmiento no puede dar fruto
si no permanece en la vid,
tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid,
ustedes los sarmientos.
El que permanece en mí, y yo en él,
da mucho fruto,
porque separados de mí, nada pueden hacer.
Pero el que no permanece en mí,
es como el sarmiento que se tira y se seca;
después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí
y mis palabras permanecen en ustedes,
pidan lo que quieran
y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste
en que ustedes den fruto abundante,
y así sean mis discípulos.
Como el Padre me amó,
también yo los he amado a ustedes.
Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos,
permanecerán en mi amor,
como yo cumplí los mandamientos de mi Padre
y permanezco en su amor.
Les he dicho esto
para que mi gozo sea el de ustedes,
y ese gozo sea perfecto.
El mandamiento del amor
Este es mi mandamiento:
Ámense los unos a los otros,
como yo los he amado.
No hay amor más grande
que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos
si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores,
porque el servidor ignora lo que hace su señor;
yo los llamo amigos,
porque les he dado a conocer
todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí,
sino yo el que los elegí a ustedes,
y los destiné para que vayan y den fruto,
y ese fruto sea duradero.
Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre,
él se lo concederá.
Lo que yo les mando
es que se amen los unos a los otros.
Evangelio de Juan 15, 1-17
Algunos dicen que la ley de Dios oprime al hombre y no le permite disfrutar la vida.
¿Qué dice usted de esto?
¿Cómo nos podemos ayudar mutuamente a vivir la Ley del Amor?
Jesús nos enseña a amar a todos los hombres
“Un doctor de la Ley se levantó y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
—Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?
Jesús le preguntó a su vez:
—¿Qué esta escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?
Él le respondió:
—Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo.
—Has respondido exactamente —le dijo Jesús— obra así y alcanzarás la Vida.
Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta:
—¿Y quién es mi prójimo?
Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió:
—Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino: después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a su albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: “Cuídalo, y lo que gastes de más, yo te lo pagaré al volver” ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?
—El que tuvo compasión de él —le respondió el doctor
Y Jesús le dio:
—Ve y procede tú también de la misma manera”.
Evangelio de Lucas 10, 25-37